Recientemente el Gobierno de Chile anunció que, en colaboración con 27 Universidades latinoamericanas, se está desarrollando un LLM de inteligencia artificial —Latam GPT— que será público, abierto y tendrá infraestructura base en nuestro país.
Un LLM (Large Language Model) es un modelo de lenguaje a gran escala entrenado para generar, comprender y manipular el lenguaje natural de manera avanzada, como ChatGPT, Claude o Deep Seek.
Esta iniciativa, liderada por el Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA), estará disponible a partir de junio de 2025, y persigue disponibilizar un paquete de datos entrenados que permitirá crear aplicaciones adaptadas a necesidades de cada país de la región, con usos potenciales en múltiples sectores.
¿Es esto necesario para el país y la región?
Sí, absolutamente, y por muchas más razones que las declaradas al gran público.
En este momento tenemos un gran flanco abierto: en materia de inteligencia artificial (IA, para los amigos) somos totalmente dependientes de los desarrollos de las grandes empresas tecnológicas, así como sus orientaciones, restricciones y precios; es decir, carecemos en términos absolutos de soberanía tecnológica.
¿Qué es eso de la soberanía tecnológica?
Es la es la capacidad de un país para desarrollar, controlar y tomar decisiones estratégicas sobre el uso que da a las tecnologías sin depender, en forma excesiva, de proveedores extranjeros. Por supuesto, el ejercicio de esa forma de soberanía implica tener autonomía en el desarrollo, uso y gestión de tecnologías críticas, garantizando que las decisiones sobre estas áreas estén alineadas con los intereses nacionales.
Y en el caso de los LLM, actualmente dependemos de modelos desarrollados por otros (como OpenAI, Google o Meta) quedando totalmente expuestos a restricciones geopolíticas, comerciales, de acceso a la tecnología e incluso de los voluntarismos disfrazados de seguridad nacional.
Es decir, no tenemos más alternativa que inclinar la cabeza ante las decisiones y deseos de quienes el filósofo Javier Echeverría llama “los Señores del Aire”.
Adicionalmente, los modelos LLM cuyo acceso están dispuestos a vendernos, suelen estar inclinados hacia los idiomas y culturas dominantes en los conjuntos de datos de entrenamiento (principalmente el idioma inglés y el modelo jurídico norteamericano), por lo que sus resultados, en las lógicas de análisis y en los resultados mismos, están necesariamente sesgados.
Y la peor parte, desde la perspectiva de los que tenemos que suspirar y dar por buenas este tipo de contrataciones, es que los países que lideran en IA no sólo controlan la tecnología, sino que también monetizan su uso, sin que tengamos alternativas a las tablas de precios de los oligopolios.
Ello porque, sin opciones reales a nuestro alcance, no tenemos alternativas de contratación. No podemos proponer, por ejemplo, que el Estado les contrate computación en la nube, pero que los LLM sean propios. Y sin alternativas, somos esclavos de los precios que quieran cobrarnos, pues incluso carecemos de poder de negociación.
No estoy diciendo que, al principio, la solución a la que se arribe CENIA y sus asociados será necesariamente mejor que aquellas que entregan las grandes empresas, considerando que las mismas realizan inversiones (muchas veces subsidiadas por sus gobiernos) que superan el presupuesto de algunos países.
Pero la verdad es que, en un primer momento, no necesitamos ser los mejores del mundo; sólo requerimos una alternativa viable que funcione para nosotros y que, adicionalmente, nos permita tener capacidad de negociación, además de tener la certeza de que existe un plan en marcha que permita darle continuidad a los procesos de mejora de Latam GPT, de forma de garantizar que la tecnología mejore permanentemente y evolucione de acuerdo con nuestras necesidades.
Es que a estas alturas el desarrollo de LLMs nacionales o regionales no sólo es una cuestión de avance tecnológico, sino un pilar estratégico para la sostenibilidad de la soberanía digital, y el adecuado recaudo de la seguridad, la cultura, la economía y la regulación regional.
En un mundo donde la IA es cada vez más determinante, contar con un modelo de lenguaje de IA propio es una ventaja crucial y, afortunadamente, las Universidades de la región cuentan con la capacidad de cómputo necesaria para sostener esta epopeya.
Y en cuanto al financiamiento, no olvidemos que los temas de soberanía, como la soberanía tecnológica, son un asunto de Estado.